Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

sábado, 8 de julio de 2017

75 AÑOS YA

Cuando Bertrand Russell se convirtió en nonagenario, escribió unas interesantes reflexiones, sobre los muchos años que ya había vivido. Yo sólo acabo de alcanzar los setenta y cinco, no son tantos, pero tampoco está mal. Así que, apoyándome en Russell, se me ha ocurrido también dedicar unas líneas, a pensar sobre eso de la edad.
Hay a la vez ventajas e inconvenientes en el hecho de hacerse mayor. Los inconvenientes me parecen evidentes para todos, y por ende no me detendré en ellos. Las ventajas se me aparentan más interesantes. De entrada, una ya larga perspectiva sobre el tiempo pasado, da peso y substancia a la experiencia. A estas alturas he podido seguir el curso de muchas vidas, de amigos y de personajes públicos, desde su inicio hasta su conclusión. Algunos de ellos (amigos del colegio, de la universidad y de la política), llenos de promesas en su juventud, no han llegado a hacer nada extraordinario; otros en cambio, no han dejado de convertirse en personalidades fuertes a lo largo de su dilatada vida, llena de realizaciones importantes. Sin ninguna duda, la experiencia de los años, hace que uno adivine con más facilidad, a cual de las dos categorías pertenecerá realmente, una persona hoy aún joven. Y eso no reza solamente de las personas, sino también de los movimientos y organizaciones que, con el tiempo, pasan a formar parte de nuestra experiencia personal y, desde la cual, nos es relativamente fácil evaluar las probabilidades de éxito o fracaso de las mismas. El simple hecho de haber observado tantos fenómenos diversos, nos ayuda comprender el pasado, la historia, y debería igualmente ayudarnos a prever el futuro probable.
Para centrarnos en un espacio más personal, me atrevería a decir que para aquellos que de jóvenes fuimos enérgicos y emprendedores, era normal sentir un apasionado e incesante deseo de grandes realizaciones, sin ninguna previsión clara, eso sí, de hasta donde, la suerte ayudando, podríamos llegar. En la vejez se vuelve uno muy consciente, de que ha sido lo que se ha conseguido o no. Lo que aún pudiéramos conseguir, lo vemos ya como una pequeña proporción de lo ya conseguido. Y eso hace de nuestra vida personal, algo mucho menos excitable. Nos produce una cierta serenidad, que nos facilita analizar más racionalmente las cosas y el devenir. Nos ayuda a controlar nuestras ya más débiles pasiones, a aherrojar nuestros sentimientos más primitivos, para dar más espacio a la razón.
Personalmente he apreciado y aprecio, todo aquello que hace de la vida algo delicioso. En otros tiempos pensaba que cuado fuera viejo, me retiraría del mundo y llevaría una vida de “dilettante”, leyendo todos aquellos libros que aún no había podido leer. Visto lo visto, hoy me parece un vano sueño. Un largo hábito de trabajar por objetivos que uno reputa importantes, es muy difícil de abandonar. Pero podría haber entendido demasiado pesado, este género de placer elegante, incluso si el mundo que me rodease hubiera sido algo más justo, placentero y acogedor. Sea lo que sea lo que hubiera podido ser, me es imposible aún encerrarme en mi rincón, e ignorar los acontecimientos.
Muchos de esos, hay tantos, que no dudan jamás de su sabiduría, no dejan de advertirme reiteradamente, que la vejez debería aportarme una serenidad y una amplia visión, para entender que muchos de los males que nos aquejan, no son sino aparentes, y deben ser contemplados como simples medios para alcanzar fines favorables. Me es ciertamente imposible, aceptar ese punto de vista. En la dura realidad que hoy nos toca vivir, esa supuesta “serenidad”, entiendo, sólo se puede dar desde la ceguera o la brutalidad. Contrariamente a lo que se espera tradicionalmente de los mayores, me estoy convirtiendo poco a poco, pero cada día más, en lo que llamaríamos un “rebelde”. Sin tener una naturaleza y unos genes muy rebeldes, el curso de los acontecimientos que hoy sufrimos, me convierte cada día más, en alguien incapaz de aceptar pacientemente todo lo que sucede.
Y en esas andamos.

Palma. Ca’n Pastilla a 6 de Julio del 2017.

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