Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

lunes, 12 de junio de 2017

PSOE (II). EL RELATO

Pasaron las primarias. En toda elección, al menos en las más, se vota futuro. La campaña de Susana Díaz estuvo lastrada por el pasado. En muchos momentos me recordaba a Bono en el 2000: sólo ofrecía una salida autoritaria y aparatera a la crisis del partido. Algo que, debiera haber pensado, no lo iban a votar los militantes. Así que ahora toca pensar en el próximo futuro: el 39 Congreso. Y como escribí un par de veces, estas Primarias han tenido mucho de “proceso constituyente”. Y de esta forma, me parece, deberíamos afrontar el próximo Congreso. De él debería nacer, algo así como una nueva Constitución del PSOE.
Estamos asistiendo, no sólo en España, a una rebelión frente a visiones de la política, en clave de “lo que hay que hacer”. Vivimos días de eso que algún freudiano llamaría “el retorno de lo reprimido”, lo soterrado, lo pasional, que se está cobrando su venganza después de tanta despolitización tecnocrática, moderación y “consenso de centro”. Hoy, para bien o para mal - como escribe Fernando Vallespín - ya imperan otras lógicas mucho más discursivas, preformativas, y de apelación a los afectos. Pedro Sánchez ha sabido marcar el campo político, a partir de una escisión ¿maniquea? entre un “nosotros”, las buenas bases, y un “ellos”, el aparato, señalando así un adversario al que equiparó con el verdadero enemigo, el PP. Acertó, como se ha visto, en la “construcción discursiva del enemigo”, como diría Laclau. Y es que la estrategia de cualquier buen general, consiste en aprovechar el conflicto que abre el contrincante, para redefinirlo. Para volver a establecer el relato adecuado. El futuro – como diría Víctor Hugo – tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes, es la oportunidad.
Estas últimas semanas he recordado con frecuencia, aquel principio de la evolución, según el cual la necesidad crea el órgano. Algo así subrayaba Josep Borrell, en la presentación de su último libro en Barcelona: La hegemonía de las políticas económicas neoliberales, ha provocado la respuesta y el crecimiento, de los que dicen “sí se puede” combatirlas y sustituirlas, mientras el partido socialista, corría el riesgo de quedarse como un partido conformista, el de los que dicen “no se puede”.
Para recuperar la confianza de nuestros votantes, no nos basta, a los socialistas, apelar a nuestro magnífico legado, que los ciudadanos ya han interiorizado y dado por amortizado. Necesitamos liderazgos nuevos y el principal ya lo tenemos. Pero nos son necesarias también ideas nuevas. Un nuevo relato para ser percibidos como una fuerza transformadora y de futuro. Para volver al poder nos es necesario un relato actualizado, que salte por encima de clichés ideológicos ya algo apolillados, y rigideces organizativas arcaicas. Como escribió Macron en la revista de filosofía “Esprit”: “En contra de lo que sostiene una crítica posmoderna de los grandes relatos, nosotros esperamos de la política que anuncie grandes historias”.
Escribía Luis Yáñez ya en 2001, en su libro sobre las primarias Almunia/Borrell, que la política se estaba convirtiendo en un puro oportunismo, con los profesionales de la misma, al servicio de los poderes económicos, mediáticos o financieros. Y los partidos políticos en meras, y no muy buenas, maquinarias electorales, en las que las referencias a las ideas, no sólo son cada vez más escasas sino, lo que es peor, están mal vistas, e incluso son ridiculizadas por los numerosos cínicos, que pululan en la cosa pública.
Un servidor es el quinto contando por la derecha
Tenemos que ser muy conscientes de que a ningún poder constituido, le ha alegrado la elección de Pedro Sánchez. No sólo al aparato del partido, entendiendo como tal el conjunto de cuadros, que ven en peligro su poder y su supervivencia, ante el triunfo de alguien surgido de un ejercicio de pura democracia, y no de los filtros que ellos controlan. Tampoco les ha gustado nada a los otros partidos, especialmente al PP y Podemos. Y menos quizá a los poderes económicos y mediáticos, que saben muy bien que pueden presionar a un político cooptado por sus pares, con mucha más facilidad que a quien no debe su elección a nadie, porque se la debe a todos.
En el 39 Congreso Pedro debe recordar, aunque estoy seguro que ya lo sabe, y si no que se lo pregunte a Borrell, algo que modestamente escribí en mi muro de Facebook hace poco: el poder no se negocia ni se discute, se ocupa, y la autoridad no se solicita, se ejerce. Así que no debe mirar a los lados, para saber que piensan otros, pues el liderazgo se ejerce en soledad, aunque requiera los asesoramientos necesarios, y tenga que convencer a los órganos de dirección y control: La Ejecutiva y el Comité Federal. O sea, debe comportarse como un auténtico líder, para eso lo hemos elegido, ejercer como tal en todo momento. Y esto, me parece, tiene mucho más que ver con la actitud, con la expresión corporal y con los gestos, cosas todas ellas que no se aprenden en los libros.
Decía el gran Maurice de Talleyrand: “En política uno muere para resucitar”. Y él sabía bien de que hablaba. Pedro debe ocuparse básicamente, de comunicar el nuevo relato. No se puede hacer política sin comunicación. Convertir complicadas estrategias en sencillos mensajes. Argumentos jurídicos en eslóganes. Y largos documentos en tuits. El liderazgo de un país y de un partido político, no consiste sólo en la gestión de las cosas corrientes, es, sobre todo, orientar a la gente, hacer pedagogía política, marcar horizontes, señalar cuales son las metas colectivas, el proyecto de país, hacia donde vamos… el relato. La Política, así con mayúscula, no es esencialmente gestión, aunque, por supuesto, haya que gestionar bien, sino la previsión del futuro. Lo que marca la diferencia, opino, entre burocracia y política, es que ésta debe adelantarse a los problemas, prever los cambios que la sociedad está produciendo, interpretar los signos de los tiempos, y plantear a la ciudadanía un horizonte de futuro.
El discurso político no puede ser sólo un discurso técnico, que encadena medidas. Es una visión de la sociedad y de su transformación. Sí creo que el PSOE debe redactar concienzudamente un programa actualizado (casi todo ya está en el documento de la candidatura de Pedro), y convertirlo en un nuevo relato. Dar luz a todo lo que los ciudadanos han entendido, implicaba el eslogan del “No es No”. Porque un relato no sólo sirve para dar explicaciones, o para hacer pedagogía, que también. Un relato sirve para cambiar los términos de la discusión. Como nos recordaba hace un tiempo Víctor Lapuente: el pensador William Riker lo llamó “herestética”, o habilidad de presentar un dilema político, desde un prisma nuevo. Trabajar para seguir siendo alternativa a la derecha, nos exige dotar de nuevos contenidos a nuestro proyecto político, desmarcándonos sin complejos del PP, y tratando de imponer un nuevo lenguaje. “No pienses en un elefante”, como explica George Lakoff en su libro con ese título.
Vivimos en unos momentos de discursos vacíos, gritos, insultos y postureos, pero de muy pocas narraciones formadas. Esta ausencia de narrativas, que den cuenta de donde estamos o hacia donde nos dirigimos, explica en buena medida, el ritmo acelerado de las transformaciones actuales, que no llegan jamás a solidificarse en algo concreto (Y por cierto, en el documento presentado ya hace unos meses por Pedro Sánchez, se habla al inicio de eso: de una nueva “narrativa”, de un nuevo “relato” para el PSOE). Y esa falta de “narrativa", también revela el desarraigo vital circundante y la identidad disuelta. Como nos recordaba Máriam Martínez-Bascuñán: “Se le envejecen a uno las palabras en la boca”.
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 7 de Junio del 2017.






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