Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

lunes, 5 de junio de 2017

PSOE (I). PRIMARIAS

De las pasadas primarias se ha dicho ya casi todo. Así que me limitaré a decir alguna cosa más sobre ellas. Y en un par de días, me centraré en lo que creo es importante retener, cara al 39 Congreso.
La proeza de Pedro Sánchez, así me parece a mí, ha sido la victoria de la esperanza frente al miedo. El francés tiene una palabra que creo define muy bien esta hazaña: “panache”. Que significa sí, penacho. Pero también brío, resplandor, arrogancia, las virtudes de algunos héroes legendarios, y que Pedro atesora en grandes dimensiones. La audacia, la resolución y el sentido del riesgo, parecen haberse puesto de moda de nuevo (en Macron hay también mucho de ello) después de una larga época en la que eran la timidez, el quietismo y la seguridad, lo que daba réditos a los gobernantes.
Las primarias han refutado también, la antigua y clásica tesis del politólogo John May, según la cual los cargos medios y los militantes de los partidos, suelen tener posiciones más extremas, que los votantes y los líderes de los mismos. Les interesaría más a los primeros la pureza del partido, que ganar las elecciones. Y por ende, si es la militancia la que elige a sus representantes, necesariamente lo hará optando por candidatos radicales, incapaces de triunfar. Esta tesis, lo recuerdo bien, data de los pasados años ochenta, esgrimida con referencia a los candidatos laboristas británicos (Michel Foot) de aquello años. Ya entonces la tesis fue muy discutida, y no parecía compadecerse con lo que ocurría en otros partidos. Pero a día de hoy, y visto lo visto, no está nada claro que los sectores más “radicalizados”, queden confinados a la militancia. Las primarias han demostrado, a mi parecer, que con cierta frecuencia los líderes de un partido (Susana y los barones en el PSOE, Pablo Iglesias en Podemos) tienen posiciones más “radicalizadas”, más desajustadas de sus votantes, que las de un simple afiliado.
Estas primarias con un 80% de participación, tras muchas semanas de debates, a veces incluso algo broncos, nada edulcorados, han sido un auténtico ejemplo de democracia. Recordemos que la votación se realizaba “in person”, a pie de urna, incluso y con frecuencia, después de haberse desplazado kilómetros para votar. Así que nada que ver con cualquier simulacro de participación insignificante, como ese 1% de afiliados del PP, que participaron en la elección de sus compromisarios de su último Congreso; o esas pseudo-consultas en la red (con un simple clic de ordenador en la comodidad de casa) que organiza Podemos, con participaciones rara vez superiores al 35%.
Supongo que ya tengo demasiados años, pero de verdad no logro entender, en que mundo vivían los compañeros del aparato. ¿Cómo pudieron ignorar una realidad que se palpaba, se bebía a borbotones por doquier? De haber tenido un mínimo sentido de la realidad, tendrían que haber detectado la fatiga, el hartazgo, el cabreo de buena parte de la militancia, ante unas baronías que se remontan a décadas atrás. ¿De verdad a los “apparatchiki” les sorprende, que Pedro haya arrollados a Susana con una diferencia de más del 10%? Vamos anda. Simples militantes y simpatizantes, fueron capaces (desde el puro sentido común, que diría G.E. Moore) de ver algo en Pedro, que se le ha escapado al aparato y a la supuesta “intelligentsia” progresista. Pues eso: Pedro ha ganado, y un montón de próceres, notables y referentes intelectuales, han salido del envite carbonizados.
Pedro Sánchez ha resucitado al tercer día (al tercer mes) como el mesías. O como “la rosa de Paracelso”, ese cuento de Borges, alegoría de la fe. Tenerla no requiere de pruebas. Por eso el viejo Paracelso – como nos recordaba Rubén Amón – se resistió a obrar el milagro que le reclamaba un discípulo: “Demuéstrame que puedes devolver a la vida, la rosa que acabo de arrojar al fuego”. Y no lo hizo el sabio. O sí lo hizo, cuando el ambicioso alumno ya se había marchado.
Nadie ha creído en Pedro, más que él en sí mismo. Cuando tantos y tantos ridiculizaban su viaje de pastor mormón, pueblo a pueblo, casa a casa. Es la victoria de la perseverancia, de la obstinación. Con ellas ha logrado presentarse ante la militancia, como la encarnación de la pureza. Los milagros necesitan la credulidad de la feligresía. Se ha hecho “rosa”, sobre las cenizas de su herencia. Y es aquí (no conviertas jamás a tu adversario en un mártir) donde se me antoja más elocuente, la obtusa y fallida estrategia de Susana Díaz; y la impotencia de un ejército, que había reclutado a más generales que soldados. La Presidenta andaluza reunió a los barones y a los patriarcas. Aparentemente reconcilió a antiguas familias, aglutinó el poder institucional; pero semejante ejercicio de músculo oficialista, y de aparato burocrático, no hizo sino poner más de manifiesto la corpulencia de Pedro. La corriente de fondo era intensa y el oficialismo no la detectó. El error es grave. Cuando se quiere dirigir política e intelectualmente un país, o un partido, hay que saber, como alguien ha escrito, qué ocurre en el interior de las capas freáticas.
Y una última cosa que me gustaría recordar. Pedro o alguien de su equipo, dio con un eslogan genial: “NO es NO”. Como escribí en su día, en la carta pública que envié al Presidente de la Gestora, el estimado compañero Javier Fernández (https://senator42.blogspot.com.es/search/label/Carta%20Presidente%20Gestora). “En 1982 peleamos bajo un eslogan simple “Por el cambio”, que millones de españoles entendieron y apoyaron. Una situación parecida se estaba dando hoy con el “No es No”, que es una redundancia y obviedad, sí, pero que todos los militantes y los españoles, habían entendido perfectamente lo que significaba, incluso aquellos a los que no gustaba. Un eslogan genial, que ha calado y ha sido interiorizado por la mayor parte del partido. Tres palabras muy cortas que situaban a la organización, en una clara posición de cambio a la izquierda, y que podía ser entendida y adoptada igualmente, por los votantes de centro izquierda, como demostraban algunas encuestas realizadas, poco antes de la dimisión inducida de la CEF. Un “No es No” que según algunos es la nada, pero que me parece que nos hubiera podido llevar muy lejos”. Un comprimido relato, simple y categórico, que apuntaba a un hueco político que se había abierto, ante la ignorancia de muchos, entre la “casta” y las bases, el sistema y el antisistema, lo antiguo y lo nuevo. “No es NO” sólo ocupa ocho caracteres, espacios incluidos, pero fue un lema genial.
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 5 de Junio del 2017.




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