Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

martes, 21 de febrero de 2017

PLANTEAR LAS PREGUNTAS CORRECTAS

Los que tenéis la paciencia y el humor de leer mis escritos, ya habréis comprobado que estimo a Máriam M. Bascuñán, como una de los analistas políticos más finos de estos tiempos. Pues bien, un artículo suyo en El País el pasado mes de enero, me llevó a estas reflexiones y comentarios.
¿Cómo genera el miedo, comportamientos tan impredecibles e irracionales de auténtica ceguera, como los que vivimos a día de hoy por todo el mundo? ¿Qué es eso que se destruye, además de los valores mismos, en la supuesta defensa de la presunta amenaza, planteada por el extraño?
Seguramente ignorancia y fantasía, son dos de las claves que explican esta tragedia, sí, esas mismas que llevan tiempo ocupando el centro de la escena pública, azuzadas por la retórica política del miedo. Miedo que está enfocado a la búsqueda de chivos expiatorios, encarnados por inmigrantes, extranjeros o foráneos, hacia quienes enfocar la ira social, un discurso homogeneizador de la identidad, y una defensa del interés nacional de corte aislacionista.
Kant
A diferencia de otras pasiones, el miedo es primitivo. Y es antipolítico, tal como explique en mi Blog: https://senator42.blogspot.com.es/search/label/El%20miedo%20es%20antipol%C3%ADtico. La compasión y la solidaridad, por el contrario, requieren un pensamiento más empático, más elaborado, capaz de ver las cosas desde otras perspectivas. Desarrollar nuestra sensibilidad para la compasión, implica estar expuestos a otras culturas, haber viajado, haber leído, haber visionado películas… que nos hayan preparado el camino que lleva al respeto y la imaginación. Cultivar ese “desplazamiento de la mente”, del que ya nos hablara Kant.
Vivimos en unos momentos de discursos vacíos, gritos, insultos y postureos, pero de muy pocas narraciones formadas. Esta ausencia de narrativas que den cuenta de donde estamos o hacia donde nos dirigimos, explica en buena medida, el ritmo acelerado de las transformaciones actuales, que no llegan jamás a solidificarse en algo concreto (Y por cierto, en el documento presentado ayer por Pedro Sánchez, se habla al inicio de eso: de una nueva “narrativa”, un nuevo “relato” para el PSOE). Y esa falta de “narrativa", también revela el desarraigo vital circundante y la identidad disuelta. Como decía el viejo filósofo: “Se le envejecen a uno las palabras en la boca”.
Para mal o para bien, ya sabemos que el nuevo relato humano se crea en las redes. En ellas nuestras vidas se miden en clics o en apps, en rastros fugaces que vamos dejando, a través de nuestro consumo digital, que permiten establecer pautas de comportamiento. Concebimos los traumas sociales, sólo en términos de culpabilidad o victimización. Y fingimos entender los fenómenos a través de informes detallados, o de la búsqueda insaciable de una narración “empíricamente verdadera”. Y lo llamamos “el tiempo de la posverdad”.
Del diagnóstico de la “posverdad” – dice Máriam - se derivan varios problemas: la idea de objetividad, de facticidad o de relación empíricamente verdadera, se ha equiparado con la auténtica comprensión de los fenómenos; abordamos los problemas de la acción política y las preguntas que suscita la crisis, desde el análisis puramente informado, sin entrar en la valoración de los conflictos de intereses en pugna, siempre presentes en las democracias complejas.
Comenzar a entender lo que está pasando, implica plantear preguntas políticas adecuadas, que no sólo busquen una crónica de sucesos, detalles de devastaciones o el número de victimas. Esas preguntas adecuadas de índole política, a través de la forma en que son planteadas, pueden darnos cuenta del presente en relación al pasado, pero también nos hablarán del futuro. Y sin embargo ese futuro – escribe Wendy Brown – no queda resuelto ni por los hechos, ni por la verdad, sólo, si acaso, por nuestra habilidad para plantear esas preguntas correctas, las que indagan en historias políticas, antes que en informes políticos.
En política los resultados no pueden plasmarse en fórmulas matemáticas. Y la decisión política, tampoco se abre paso en el mundo sin contradicciones. Por eso convenimos en diseñar un sistema democrático, a partir de la línea de responsabilidad: porque toda decisión será siempre dudosa. Pedir cuentas al gobernante, no implica entender que sólo hay una decisión política correcta para cada problema, ajustada a la relación empíricamente verdadera de los hechos. No hay hechos “alternativos”, como dijo la portavoz de Trump, pero sí los hechos admiten varias opiniones o interpretaciones. Lejos de ser un problema, esa pluralidad permite ofrecer una visión del mundo desde distintas “perspectivas”.
Ortega y Gasset
Para profundizar en lo dicho, bueno es recordar que Ortega y Gasset, abordó el perspectivismo desde varios puntos de vista. La más temprana con la dualidad apariencia-profundidad, que desarrolla con el símil del bosque en sus “Meditaciones del Quijote”: el bosque es la profundidad que no veo y lo que veo en cada momento es una superficie de árboles, una perspectiva de éste. Posteriormente, en “El tema de nuestro tiempo”, trató esta idea como mediación entre el racionalismo y relativismo. Entre la verdad universal del racionalismo, que es una verdad sin vida individual, y la verdad del relativismo, que es una verdad sólo válida para mí, Ortega establece que toda verdad, es una verdad en perspectiva, válida desde esa perspectiva y complementaria de las demás perspectivas. Dentro de su filosofía, el perspectivismo se articula como una cualidad de la vida, entendida como la realidad radical de cada uno. De esto ya he escrito en mi Blog:
https://senator42.blogspot.com.es/search/label/Perspectiva
https://senator42.blogspot.com.es/search/label/Encinar%20huye%20de%20mis%20ojos%20%28I%29
Puede que el mundo de hoy nos parezca, o sea, menos cierto y nos sintamos más vulnerables, pero ese mismo reconocimiento de la vulnerabilidad, es el primer paso para entender que nuestra vida, depende de gente que no conocemos y que, tal vez, jamás conozcamos, de la misma forma que su vida depende de nosotros. Ninguna medida de afirmación soberana (al estilo Trump) va a romper esa interdependencia. Atrevámonos a reconocer (¡Sapere aude!) que las fronteras son permeables, que hay un pluralismo de fines y valores, donde entran dilemas y renuncias, sobre los que tenemos que organizar la convivencia. Estas aptitudes, no sólo son necesarias para evitar la ola de xenofobia y nacionalismo que invade Europa, sino también para mantener viva la democracia.
Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 11 de Febrero del 2017.

3 comentarios:

  1. Apreciado Emilio,

    Para serte franco tu escrito me ha suscitado sentimientos contrariados: por un lado, suscribo netamente la defensa de un salutífero perspectivismo que abogue por la tolerancia del otro, tan necesaria en estos tiempos de trincheras; pero, por otro lado, ese mismo perspectivismo corre el riesgo de convertirse en un solipsismo, que considera al sujeto como portador de una verdad intransferible e incomunicable, y por ello el raciovitalismo de Ortega vela, en cierta medida, un poso de irracionalidad e idealismo, al menos, en la medida en que circunscribe el ámbito de la verdad a los escuálidos confines del individuo: "La verdad como coincidencia del hombre consigo mismo" ("En torno a Galileo”, V, p.85).

    Las dos analistas que citas señalan, con atino, que en estos tiempos de “post-verdad” los hechos fácticos y la objetividad no de sirven de mucho a la hora de comprender el complejo mundo de la política, y que, necesariamente, se han de cabalgar contradicciones en las sociedades democráticas y plurales. La política, en efecto, no se resuelve con fórmulas matemáticas, principalmente, porque ésta se nutre y fluye, sobre todo, a través de los afectos y de las pasiones. Es un error pensar la política como una esfera incontaminada de las emociones, de forma aséptica.

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  2. No estoy de acuerdo con la tesis de Wendy Brown acerca de la necesidad de plantear preguntas como método para salvaguardar la pluralidad, porque, en mi opinión, parece pretender soslayar, mediante una suerte de escepticismo que mantenga la pluralidad de las verdades, la esencia de lo político, es decir, el conflicto entre intereses contrapuestos. No es mi intención adoptar una enfoque schmittiano que subraye la naturaleza agonal de la política, pero sí sostengo firmemente que la defensa de la democracia tiene que caer en la cuenta de que todos los planes de vida e intereses no son armonizables, y que, en ocasiones, para defender la democracia se ha de ser intolerante con los intolerantes. Esta idea que mantengo entronca con el perspectivismo y la necesidad de construir relato. Me explico: el raciovitalismo orteguiano es una reacción contra el positivismo y contra el “bárbaro especialista” que ha olvidado la “filosofía de la vida”, esto es, “la vida”, “la circunstancia” y “la perspectiva”. Sin embargo, como ya he comentado anteriormente, si las raíces de la razón de la filosofía remiten siempre a motivaciones subjetivas y a lo situacional, entonces ¿qué cabe esperar del conocimiento, que es siempre posterior a la opinión y a la mera suposición o apariencia que tenemos sobre el mundo circundante? El individualismo relativista, que es el soporte de esa “razón vital” orteguiana es incapaz de ofrecer una verdad común, o, peor aún, de aportar un relato que vaya más allá de lo circustancial. Y siguiendo este razonamiento para trasplantarlo ahora al concretísimo hecho de que Pedro Sánchez se va a presentar con un nuevo relato para el psoe, quisiera decir que es cierto, que sí, que Pedro Sánchez aporta un nuevo relato, pero ¿qué relato? Los relatos pueden ser muy coherentes consigo mismos, de hecho, el de Sánchez lo es, y mucho, sobre todo, porque el golpe de la Gestora se encargó de facilitarle uno, y como dicen sus detractores, entre los que yo me incluyo, ahora sí que es verdad que es un rebelde con causa. ¿Pero qué causa? ¿La de volver a no sé sabe qué esencia?, ¿qué los militantes se empoderen y no sé qué? Reconozco que la ilusión es más seductora que el pesimismo, pero en Pedró Sánchez detecto una incompetencia atroz para comprender lo político más allá del cálculo electoral cortoplacista. Da puntadas sin hilo cuando se aventura por el resbaladizo mundo de las ideas y los conceptos. No me refiero exclusivamente al tema de Cataluña, que ya de por sí me basta para no depositar mi confianza en él, me refiero, particularmente, a su capacidad de “torbillon” para enfrentarse impúdicamente a los que no piensan como él. Lo siento, pero no lo trago y creo que es una amenaza que debe ser neutralizada por lo civil o por lo penal ( con sana socarronería maquiavélica).

    Un abrazo muy especial.

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    Respuestas
    1. Ante todo Carlos, muchas gracias por tomarte la molestia no sólo de leerme, sino también de comentar (y diferir en parte) mis ideas.
      Ya sabes bien que soy fundamentalmente escéptico. Y más de la "diánoia" que de la la "nous". No se te oculta que soy muy orteguiano, y poco idealista. Y que también me siento próximo a Habermas: acción comunicativa, ética del discurso, racionalidad democrática...
      Ya sé lo mucho que te gusta Schmitt, a mí no. Pero no soy un relativista tiránico. A los intolerantes, máxime si pasan de las palabra a la acción, hay que pararle los pies sin angelicales escrúpulos. Tampoco soy un individualista acérrimo. Como socialista reformista, siempre apoyaré un relato que vaya más allá, de lo meramente individual o circunstancial.
      Como escéptico siempre me será difícil encontrar el líder perfecto, sin tacha. Tanto Patxi como Pedro - mis posibles opciones - tienen sus defectos. Pero siempre he pensado que en política, no cabe ir más allá de lo posible, que es siempre incompleto, defectuoso. Pedro hoy - quizá no tanto hace unos meses - tiene un relato simple e ilusionante, al menos para un gran porcentaje de militantes, que en parte ha venido reforzado por la incapacidad política de la Gestora. El relato del "NO es NO", que han entendido hasta sus detractores, aunque jamás lo confesarán. Y ahora también, gracias al chapucero golpe de palacio, el del victimismo. Y por si fuera poco, desde el lunes dispone de un proyecto - que gustará más o menos - pero que ahí está. Por si te interesa, te lo puedes descargar aquí: http://sanchezcastejon.es/programa-nueva-socialdemocracia/.
      Un cariñoso abrazo,

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