Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

lunes, 10 de octubre de 2016

¿PODEMOS CON PODEMOS?

Y vaya por delante, que ya he manifestado públicamente, que soy partidario de llegar a algún tipo de acuerdo con Podemos y Ciudadanos. Pero también que estoy seguro de que va a ser muy difícil, casi imposible. Y no sólo por el veto recíproco que se aplican, y del cual no parecen apearse, uno al otro. También por el tipo de organización que, hoy por hoy, es Podemos.
Como alguna vez ya he explicado, Podemos es una fuerza de “aluvión”, en la que recalaron cientos de españoles indignados, con razón, por la política errónea e injusta que los partidos tradicionales, desnortados, aplicaron a la crisis global sobrevenida repentinamente. Una organización que creció de las manos de unos líderes ingeniosos, jóvenes profesores universitarios, de raíces ideológicas populistas y/o comunistas; que supieron aprovechar, en los nuevos medios de comunicación, la rabia explicable de muchos ciudadanos, y les ofrecieron como alternativa a sus males, toda una panoplia de ideas radicales, contradictorias entre si, e inaplicables a nuestra realidad económico social, inserta en el ámbito europeo.
Es cierto que el PSOE no estuvo exento de culpa. No vio venir la crisis, no la admitió al inicio, y se dejó deslumbrar por los remedios neoliberales, que aplicaban, que aun aplican, los gobiernos europeos. Pero el PSOE no es el PASOK griego, como a tantos les gustaba repetir. Es un partido con muchos años de historia, con gran tradición democrática, con su memoria y su cultura centenarias, con una apreciable capacidad para las renovaciones profundas, que se ha aplicado sin anestesia, muchas veces a lo largo de su historia. Un partido, no un popurrí. Como se ha demostrado en los últimos meses, al comprobar como Pedro Sánchez ha ganado la batalla del “NO es NO”, con el exclusivo apoyo de sus militantes y votantes; enfrentándose a una enorme presión mediática, de algunos de sus barones, de los demás partidos, de la Iglesia, y del sursuncorda (del latín “Sursum corda”).
El problema que tienen las fuerzas política que crecen en aluvión, es que antes o después sufren la inevitable crisis de adolescencia (como me parece comienza a ocurrirle hoy a Podemos), y si no dan con un buen cemento, comienzan a agrietarse (recordemos el ejemplo de la UCD, un conglomerado de grupos políticos sin una ideología clara, sólo unidos por el “poder” mientras detentaron el Gobierno). Las dificultades se presentan, cuando sus líderes se dejan arrastrar por egos desbocados, sin el freno de una organización bien consolidada (también sirve el ejemplo de la UCD). O, muy especialmente, cuando hay que comenzar a tomar medidas concretas, cuando hay que mojarse, y cada uno es de su padre y de su madre, pues es entonces cuando las grietas se convierten en espectaculares socavones. De ahí que algunas fuerzas políticas, sólo puedan conservar su apariencia de unidad, manteniéndose en la cómoda oposición.
Podemos tiene hoy ante sí, un serio problema de crecimiento y de identidad. A mí me parece que han perdido la inercia positiva que lograron, al asumir las reivindicaciones del 15M. Y que su estructura interna es cada día más autoritaria y caudillista. Lo ocurrido con En Marea, al verse obligados a renunciar a sus siglas, puede ser el inicio de una serie de problemas territoriales, que constatarán la debilidad actual del partido morado. Si Podemos quiere consolidarse como una fuerza de izquierdas de implantación nacional, debería revisar su organización interna excesivamente piramidal, y aclarar, seguro que con algún coste, su posición ideológica, tanto a nivel político, como económico y territorial. No se puede ser a la vez comunista y socialdemócrata, populista y transversal; ni defender el derecho a decidir en ciertos territorios, postulándose al mismo tiempo como un partido nacional.
A día de hoy, a Podemos le falta teoría y partido para enfrentarse al PSOE que, aun sin tener el acceso privilegiado a los medios que tiene aquel, parece seguir por delante en la intención de voto de los ciudadanos. A la organización de Iglesias, al menos de momento, le falta sentido de comunidad, cohesión, tradición y cultura democrática, y le sobra narcisismo. Y en donde no hay doctrina ni ideología, no puede haber partido.
Como escribió Mariam Martínez-Bascuñan, Podemos pretendió agrupar a la izquierda, activando un lenguaje político que a todas luces, o al menos a las de muchos de nosotros, no casaba con los marcos en los que se insertan los valores profundos de este país. La de España, hoy, es una izquierda posnacional, curada de afectos patrióticos por la herencia franquista, y más vinculada con una tradición cosmopolita. Puede ser españolista, “bien sûre”, pero se trata de un nacionalismo laico, poco susceptible de convertirse en un mito transcendente, que genere identidad política.
Difícil por no decir imposible, un proyecto político que pretenda basar su identidad, conjugando, en plan transcendente, el patriotismo español con otros periféricos nacionalismos. Un tal baile de máscaras, entre patriotismo, socialismo-comunismo, y derechos a decidir, poco tiene que ver con una izquierda compacta en lo ideológico, y en la relación de los militantes con su líder, que no se difumina en mitad de un experimento político de confluencias. Desde los inicios algunos, modestamente, creímos detectar en Podemos un claro error de diseño que nos llevaba a preguntarnos, hasta que punto tenía sentido aplicar estrategias, que presuponen activismos políticos para espacios sociales en contextos latinoamericanos, a una geografía política anclada ya en la cultura parlamentaria, donde el componente “ciudadano”, es más fuerte que el componente “pueblo”. En el trasfondo de todo ello subyace, me temo, que la identidad del “Proyecto” Podemos, se vinculó excesivamente al objetivo del “sorpasso”, al de ser un partido “por sí mismo” con capacidad de derrotar al PP.
Un próximo Gobierno español decente y honrado (y no me refiero sólo al tema del dinero) tendrá que tomar medidas difíciles, drásticas y duras. Y no se pueden afrontar medidas de calado, con frecuencia impopulares, desde una base inconsistente, desde una falta de definición ideológica, desde una organización aún no bien cimentada, y testada a lo largo de muchos años de desafíos importantes, a la que decisiones complicadas, no le hagan crujir las cuadernas. Y es por todo ello, por todo lo analizado y escrito, por lo que me pregunto ¿Podemos con Podemos?
Pues eso.
Palma. Ca’n Pastilla a 14 de Septiembre del 2016.


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