Leyendo a G.E. Moore

Leyendo a G.E. Moore
Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

sábado, 20 de agosto de 2016

EL JUICIO DE LA HISTORIA

Se ha dicho y escrito muchas veces, que no se puede juzgar a toro pasado, sino que hace falta meterse de lleno en la época, en la que se han producido los hechos que pretendemos reconstruir y comprender, en la mentalidad, en los sentimientos, valores, costumbres y convicciones de esa época en cuestión. Ni siquiera el juicio moral, puede prescindir del contexto histórico, de la civilización y del periodo, en el que han tenido lugar los acontecimientos que se valoran: la esclavitud existente en la antigüedad clásica – ha escrito Galli della Loggia – no puede ser acreedora por nuestra parte, del mismo juicio moral que deberíamos emitir, acerca de una esclavitud que se pusiera en práctica hoy en día. Y cuado Popper, a quien admiro, pone en el mismo plano, como enemigos de la “sociedad abierta”, a Platón, Marx y Freud, ignorando los dos milenios que les separan, comete, a mi modesto entender, una incorrección conceptual.
Existen, me parece, dos pecados mortales para cualquier historiador: juzgar anacrónicamente el pasado con categoría actuales, y emitir, acerca de comportamientos del pasado, juicios morales nacidos de la mentalidad de hoy. No sería correcto, por consiguiente, tildar de “injusta” cualquier ley del pasado. Se trataría de una cosa reprobable, sí, pero reprobable hoy, desde nuestras categorías de corrección política, de “bienpensantismo” ideológico.
Benedetto Croce
Parece obvio, como bien advertía Benedetto Croce, que los historiadores no podemos ser moralistas, y que la historia no puede ser un tribunal, como sucede con frecuencia en debates historiográficos, que se convierten más bien en procesos penales, o en instrumentalizaciones de acontecimientos pasados, para uso de la política del presente. Como escribe Claudio Magris, citando al gran historiador de la escuela de Turín, Franco Venturi, la historia no es un tribunal penal ni moral, sino el intento de comprender cómo y por qué vivieron los hombres, para lo cual es menester, meterse de lleno en la época en la que sucedieron los hechos que se estudian, y comprender la mentalidad de ese tiempo.
Pero ¿es posible comprender cómo y por qué vivieron los hombres, sin emitir un juicio moral, aunque sea poniéndolo en relación con la época de la que nos ocupamos? ¿Es verdaderamente imposible, tildar de “injustas” las leyes raciales de Nuremberg, aun habiendo nacido en un clima tan distinto al de hoy? ¿Es posible comprender las espantosas matanzas llevadas a cabo por Stalin, o el mecanismo que condujo a Auschwitz, sin emitir un juicio moral? Porque de no ser así, en caso contrario, la historia, para no ser justiciera, correría el peligro de convertirse en justificadora.
Claudio Magris
Meterse de lleno en la época en la que han tenido lugar los hechos y las fechorías, como deberíamos hacer todos los historiadores que nos preciemos de serlo, significa reconstruir las posibilidades concretas que, en aquella época y en aquel contexto, se les presentaban a los individuos, a las fuerzas políticas, a las iglesias… Sólo de ese modo se pueden entender, cuales eran los espacios concretos que se ofrecían a la libertad humana. Como escribe también Claudio Magris, Himmler y Bonhoeffer fueron contemporáneos, condicionados por su mismo tiempo, pero uno fue un delincuente y un carnicero de hombres, y el otro un mártir que sacrificó su propia vida, para defender a las víctimas de aquel asesino. Decir que Himmler era un cerdo, por supuesto que no basta para entender ni combatir sus crímenes, pero ninguna contextualización histórica, cancela el hecho de que era un cerdo.
Solo las iglesias, las religiones, algunos partidos políticos y las filosofías de los esencialismos, afirman valores absolutos. Para todos ellos, la verdad no está históricamente condicionada, ni es históricamente relativa, sino inmutable; no es hija de su tiempo, sino como dicen: “Mater temporis” (madre del tiempo).
Son reflexiones que se me han ocurrido, leyendo a un supuesto historiador, de cuyo nombre ya no quiero acordarme, que valoraba moralmente y condenaba nuestra Transición política.
Pues eso. Ojito con los “historiadores” de tres al cuarto, y moralistas de sacristía.

Palma. Ca’n Pastilla a 19 de Julio del 2016.


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