Leyendo a G.E. Moore

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Ca'n Pastilla 27 Marzo 2016

viernes, 24 de junio de 2016

LA SOCIALDEMOCRACIA ES DE TODOS, EL PSOE DE SUS MILITANTES

No creo que nadie tenga registrado el nombre de “Socialdemocracia”, de manera que puede reclamarse de él cualquier ciudadano. Incluso en los años setenta y ochenta pasados, había personas en otros partidos políticos no declarados socialdemócratas, que en el fondo sí se sentían como tales (me refiero a la gente de UCD de Fernández Ordóñez, que luego mayoritariamente se integraron en el PSOE; y a muchos camaradas del PCE que se titulaban “eurocomunistas”, y que igualmente acabaron recalando en el PSOE). Así que la socialdemocracia, es de todo aquel que como tal se sienta. Salvo, por supuesto, de aquellos trileros que utilizan el nombre, para disfrazar su verdadera ideología y conseguir más votos.
Pero el PSOE es de sus militantes, al menos formalmente, porque también podríamos pensar que, como Bien de Interés Cultural (BIC) a lo largo de nuestra historia, pertenece así mismo a todos los españoles. Pero lo digo por esos que estos días, sin militar en el PSOE, se pasan el día en las redes, diciéndonos lo que tenemos que hacer, y el terrible abismo al que nos precipitaremos, si no les hacemos caso. Que no se preocupen, tenemos nuestros instrumentos democráticos internos que, después de un rudo debate como son históricamente los nuestros, decidirán sobre nuestro futuro.
Socialdemocracia. Mitterrand y Felipe
Aunque todos tenemos el derecho a evolucionar históricamente, y sospechoso es, me parece, el que no lo hace por mucho que las circunstancias si se muevan, los cambios de opinión deben ser serios, no meros disfraces para un momento dado. El pasado día 10, Ramón Aguiló nos recordaba como hace menos de dos años, Pablo Iglesias se definía sin problema como comunista, al tiempo que contradictoriamente, impulsaba un proyecto político transversal, que superaba la vieja dicotomía de izquierda y derecha. Y de hecho no era sino un desertor de IU, resentido por no haber sido incluido, en las listas para el Parlamento Europeo. Y ahora ¡voilà, triple salto mortal! se define como socialdemócrata y manipula la historia en su beneficio, calificando a Marx y Engels (pero bueno, según él, también Kant había escrito la “Ética de la razón pura”) como tales socialdemócratas. Y se reclama como patriota ¡vivir para ver y oír! Como apostillaba Ramón, si dice que España es un estado plurinacional, niega a España su condición de nación, y entonces tenemos que preguntarnos ¿de que nación es patriota, de Cataluña, de Euskadi, de Galicia o de Madrid? ¿Qué quiere decir cuando dice “patria”? La palabra tiene una larga historia, y ha servido a proyectos políticos muy distintos. Hay en ella una prosapia ilustrada y liberal, la de los patriotas dieciochescos. Pero también posee un sesgo reaccionario, el del lema carlista “Dios, Patria, Rey”. Y resonancias románticas: es la tierra de nuestros antepasados, la identidad étnica, la Fatherland. O la España de José Antonio Primo de Rivera y la Falange, que pedían “la patria, el pan y la justicia”. ¿Qué patria por tanto? Por favor, seriedad y coherencia.
Pero repito, podemos cambiar de opinión, pero debemos ser serios y consecuentes. Porque si algo ha definido históricamente a la socialdemocracia, ha sido el gradualismo y el reformismo político, el respeto a las libertades (“burguesas” las calificaban los comunistas) y el rechazo a la lucha de clases y a la dictadura del proletariado. De todo eso escribí, analizando la gran controversia entre Kautsky y Bernstein, en mi Blog: http://senator42.blogspot.com.es/2015/10/bernstein-kautsky-la-gran-controversia-i.html.
De la hipotética degradación del espacio socialdemócrata en el PSOE, se derivaría en todo caso, es mi opinión, la regeneración de dicho espacio político, pero no su sustitución por un populismo demagógico, dispuesto a todo para confundir a los ciudadanos y conseguir el poder, mintiendo al estilo de Lenin. Que algunos nos hemos leído la historia y aprendido de ella.
PSOE
El hipotético descenso del PSOE a la tercera posición, sería un duro golpe para el partido, es cierto. Pero ni sería definitiva, ni prueba del inminente final del ciclo socialdemócrata, iniciado tras el final de la segunda Guerra Mundial. No debe estar tan claro ese final del ciclo, cuando Pablo Manuel ha elegido esa camisa ¡una más! para su batalla final por La Moncloa. Ni cuando casi el 50% de los españoles se sitúan, según las encuestas, en el espacio de centro-izquierda. Y desde luego no es la primera vez, que se pronostica ese desenlace. A finales de 1979, yo ya estaba allí, apenas diez años antes de la caída del Muro de Berlín, el número uno de la prestigiosa revista marxista “Mientras tanto”, publicada en Barcelona, exhortaba a sus lectores, a no renunciar a su inspiración revolucionaria, “perdiéndose en el triste ejército socialdemócrata, precisamente cuando está en vísperas de la desbandada”.
La pretensión del Sr. Iglesias, de atribuirse el papel de líder de la “nueva socialdemocracia”, encaja mal con sus hechos y sus dichos. Esa corriente se caracteriza, según resumía mi buen amigo y politólogo Ramón Vargas Machuca, en El País hace años (2014), por conciliar voluntad redistributiva y lealtad institucional, por considerar al Estado de derecho, un marco irrebasable para sus aspiraciones de justicia social, por hacer de los principios y procedimientos de la democracia constitucional, un criterio de legitimidad. “En eso – decía – consiste la moderación socialdemócrata, y la diferencia con otras izquierdas”.
Por mis lecturas sé cuan cuantiosos son los trabajos “científicos”, publicados sobre la “decadencia”, “crisis”, “desaparición”… de la socialdemocracia. No deja de ser una paradoja más de la excepcionalidad española, como escribe Santos Juliá, que en una situación tan cercana al desahucio por ruina de la misma, una de las novedades de esta campaña electoral, sea la lucha en la izquierda por detentar la exclusiva de tal rótulo. Así que ¡al loro “casandras” iletrados!
Tras las elecciones se tendrá que pactar, bien sûr. Pueden hacerlo todas aquellas fuerzas, cuyas ideas se sitúen dentro de ese “tronco común” de valores democráticos y reformistas compartidos, al que se refería Francesc de Carreras advirtiendo: “Lo peligroso sería desviarse, prescindir de la realidad, dejarse seducir por la magia, por las falsas ilusiones. Y todo ello por llegar al Gobierno”.

Pues eso.

Palma. Ca’n Pastilla a 16 de Junio del 2016.


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